Ligar es como montar en bici by Brandy Manhattan

Ligar es como montar en bici by Brandy Manhattan

autor:Brandy Manhattan [Manhattan, Brandy]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-09-10T04:00:00+00:00


16

Despedidas

Los golpes en la puerta nos despertaron a la vez a todas. Quien fuera podría despertar a todo el vecindario. Miré la hora. Diossss, las tres de la madrugada. Quienquiera que fuera era hombre muerto, Alberta lo mataría.

Salí al pasillo para encontrarme con mis compañeras en pijama. Miraron con curiosidad mi camisón, pero me encogí de hombros: era sólo un capricho.

—¡¡Victoria, abre de una vez, maldita sea!!

¡Era Ashley! Preocupadas, corrimos a la entrada y nos abalanzamos sobre la puerta. Gané, era rápida, así que fui yo quien se lo encontró con bata blanca y pijama verde de quirófano. Le miré despacio, sin comprender. También él me miró por un momento, señalando el cortísimo camisón.

—Llevo horas llamándote. Si Tony está aquí después de lo de antes, si te lo has estado tirando mientras yo intentaba llamarte para avisarte de que… Victoria, te juro que si… —estaba iracundo, fuera de sí. Me apartó de malos modos y se detuvo en el comedor mirando hacia las puertas, suponía que tratando de adivinar cuál era mi habitación, buscando a quien fuera sobre el que descargar su rabia.

—No has venido por Anthony. —Mi voz, suave, le detuvo. Lo supe, no sé cómo pero lo supe. Serían sus ojos justo cuando abrí, o cuando se volvió a mirarme al escucharme. Sería su rabia sin ningún sentido, pero lo supe—. ¿Ha muerto?

—Debes venir al hospital, Victoria. Vístete y acompáñame. —Y aunque se suponía que debía vestirme como había dicho tiró de mí hacia el ascensor, quitándose la bata y cubriéndome con ella.

Intentaba sacarme de mi casa, llevarme a un lugar donde me viera obligada a mantener la calma, pero no iría a ningún sitio mientras no me respondiera.

—Ashley, mírame. —Su mirada, vacía, me observó como los médicos lo hacen cuando tienen que hablar con los familiares sobre algo muy grave—. ¿Maria… ha muerto?

Fijó largamente sus ojos verdes en los míos antes de intentar tocarme. Me aparté. Si me tocaba me derrumbaría.

—Parada cardíaca —deduje. No podía ser de otro modo, no con su cuadro médico. Y entonces lo creí. Y asumí que Maria ya no estaba.

Ashley sólo pudo asentir.

—¿Estabas allí? Ashley, ¿estabas cuando…? —Y tuve que callar porque el dolor se quedó atascado en mi garganta.

Silencio. Silencio blanco. Silencio atormentado. Silencio roto por mis sollozos.

—Vic, lo siento. Cariño, lo siento tanto.

Y me abrazó mientras toda mi alegría, y una parte de mi alma, se deshacía en lágrimas.

No supe que me dejó resbalar por la pared del rellano hasta el frío suelo y se sentó conmigo allí. No supe que mis compañeras cerraron la puerta respetando nuestro duelo. No supe que al cabo de más de una hora de llanto me quedé dormida sobre su hombro toda yo rodeada por él, y que me tomó en brazos y me metió en mi casa, con el beneplácito de mis compañeras que por primera vez dejaron entrar a un hombre, e incluso quedarse a dormir. No supe nada.

Sólo que Maria ya no estaba.

Desperté desorientada cuando el sol entró por la ventana.

—Victoria. —Sentí una voz que me acariciaba el oído—.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.